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Pongan en plazos nuestras velas, vuestras venas, los limites montados, nuestras marcas tentadas por el chic, por los glams de una esperanza que no nos quiere, que siempre resultamos aburridos de la nada universal.
Extintores bajo presión, alineados todos los trastes para el renombre de nuestros vómitos; que abusamos del alcohol anoche, y no tuvimos humo nuevamente.
Corrijan las planas noches y demostremos que el caos ayuda en frascos, en sometidas esquirlas de nuestras ideas burladas por la precisión de vuestros caracteres editados en volteretas inofensivas a sus vistas preliminares, compuestas, rotundas, sorpresivas al Mio Cid.
Aquí se juega con estos marchitos, con estos espacios, ya bien limpios, ya no esquematizados en sistemas de dicción propensa. Venga aquí mi fuerte, mis bienes necesitados.
Todo en fiasco, todos esperando mis consuelos, mis grandes libertades, mis mentores de vuelo, de lectura improvisada en bibliotecas sumisas, nunca vistas, siempre promocionadas en nuestra mente, en nuestros modus de largas palabras al roce de lo difícil.
Y siempre en las esquinas templadas, está el buen Whisky, la falta de nuestro hielo de estrellato, nuestros narcos, precipitados al calor de asesinatos de T.V., de redondas vigilas cuando queda muy poco, cuando rotamos exagerados los nombres de los grandes, de nuestros impuestos corajes.
A las 10:10 fue anoche en los sueños, vitrificando
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